viernes, 7 de diciembre de 2012

La Hora de los Cuentos! Los tres hombrecillos de los bosques y Hansel y Gretel

¡Buenos días! Empezamos el día hablando de dos de los cuentos que he terminado de leer.

 Hoy:

Los tres hombrecillos de los bosques.

La historia no trata de hombrecillos, como dice el título. Estos son más bien personajes desencadenantes de las consecuencias de la historia. Trata de dos chicas que son amigas; una tiene un padre (su madre murió) y la otra tiene a su madre (porque su padre murió). El caso es que la madre le dice a la amiga de su hija que quiere casarse con su padre, y pitos y flautas, se casan. Como en todos los cuentos, la madrastra es siempre la mala, y le hace la vida imposible a su hijastra, porque la ve más hermosa que a su propia hija (Siempre las mismas excusas). El caso es que en invierno, la madrastra la envía a recoger fresas sin nada con qué abrigarse, y la hijastra no tiene más remedio que obedecer (¿y el padre? missing total). 
Después de estar un rato en el bosque, se topa con una casita donde hay tres pequeños hombrecillos. Se muestra amable y educada con ellos, y están tan contentos con ella, que le dan tres bendiciones (aparte de todas las fresas que pudiera desear): una, que cada día se hiciera más hermosa; segunda, que cada vez que hablara saliera una moneda de oro de su boca (no sé si esto es más bien una putada); y tercera, que un rey vendría a buscarla y se casaría con ella.
 Como al volver a casa pasaba todo eso, pues la madrastra se cabreó y su hija tenía mucha envidia así que se marchó al bosque para que le pasara lo mismo. Pero cuando encontró a los hombrecillos, estos se mostraron descontentos con ella porque era muy borde y les exigía cosas. Así que la maldijeron tres veces: una, que cada día fuera más fea; segunda, que cada vez que hablara le saliera un sapo de la boca; y tercera, que moriría de una muerte lenta y dolorosa.
Pasó el tiempo, y la madrastra no se cansaba de putear a su hijastra, y un día la envía a pescar al río helado. Cuando va a hacerlo, un rey que pasaba por allí la detiene porque dice que es peligroso, y al verla tan hermosa, le pide que se case con él (¡Cómo no!). Ya en palacio, recibe la visita de la madrastra y su hija, que supieron lo de la boda y les entró la envidia. Y así, como si tal cosa, la tiran por una ventana hacia el lago que hay cerca del castillo (porque el rey no estaba, pero ¿es que no tienen guardias o cosas así?). Como en el cuento de Hermanito y Hermanita, la hija fea se hace pasar por la joven reina, y la madrastra le dice al rey que no debe verla puesto que está muy enferma. Igual que en el otro cuento, un cocinero estaba en las cocinas cuando se le aparece un pato blanco, que después se transforma en la joven reina. Y así varias veces, hasta que el propio rey aparece (llamado por el chico) y la joven reina le dice que debe pasar su espada por encima de la cabeza del pato tres veces, y después, cortársela. Al hacerlo, vuelve otra vez a ser la joven reina, y le cuenta la verdad. El rey está muy enfadado, y cuando ve a la madrastra y a su hija, tapada por un velo porque sino, vería lo fea que es, les pregunta qué castigo se le impondría a alguien capaz de tirar a su reina por una ventana. La madrastra le responde que habría que meter a los asesinos dentro de un barril lleno de pinchos y tirarlo colina abajo hasta el río para que se ahogaran. Y eso hacen con ellas, claro.

La verdad es que leída es una historia preciosa, a pesar de que se parece mucho a la historia de Hermanito y Hermanita.




Hansel y Gretel

La historia ya la conocéis ¿no? Antes de perderse por el bosque, donde todo el mundo situaría la historia en su cabeza, los niños tenían una madrastra (¿por qué siempre es una madastra?) que no les quiere y les culpa de su pobreza hasta que el padre se ve obligado a abandonarles en el bosque. Lo intentan una vez, pero ellos consiguen volver. Pero a la segunda, ya sí que se pierden. Llegan hasta la casa de la bruja, hecha de caramelo y dulce, y les invita a pasar. Una vez estuvieron durmiendo en una habitación, la bruja cogió al niño y lo encerró en el cobertizo (Me pregunto si sería también de dulces). Luego, a la niña la amenaza y tiene que hacer de criada de la bruja mientras engordaba al niño, pero este pequeño era muy listo, y siempre que ella le pedía que le sacase un dedo para saber cómo estaba de gordo, él le sacaba un hueso. Y es que, al parecer, las brujas tienen poca o nula visión. Ya sabéis el resto ¿no? La bruja le pide a la niña que encienda el horno, y que se asegure de que está caliente (para luego empujarla y meterla dentro del horno). Pero ella es muy lista también y finge no saber hacerlo, de modo que cuando la bruja lo hace por ella, la niña la empuja y la mete dentro. Por supuesto, la bruja se quema, y la niña rescata a su hermano (que estará como una vaca el crío). Después encuentran, en la casa, muchos diamantes y piedras preciosas, así que las cogen todas. Para volver a casa, se topan con un río, y un pato blanco (que ya tenía que ser grande para hacer lo que va a hacer) les lleva uno a uno hasta la otra orilla. Y después de eso, se encuentran con su padre y este les abraza porque nunca les quiso abandonar. Le enseñan las piedras preciosas y ya no volvieron a pasar más hambre ni pobreza. ¿Y la madrastra qué? Pues al parecer, ella murió dejando solo al pobre leñador.

Yo creo que el padre, aunque quiera a sus hijos, debería haber sufrido algún tipo de castigo por haber cedido a abandonarles. Pero bueno, es el típico cuento clásico y no está mal leerlo de vez en cuando.






¡Espero que os haya gustado!

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