martes, 27 de noviembre de 2012

Relato Mágico - Prólogo

Poco a poco, día a día, voy a ir colgando partes de un pequeño relato de fantasía que estoy escribiendo. Aún no tiene título, de ahí que lo llame así. Espero que os guste ^.^


La historia del Valle de las Estrellas Caídas se cuenta desde hace muchos años como parte de la historia de Soramar. Año tras año, el hermoso castillo de cristal que se alza sobre el Valle ha sido objeto de muchas versiones sobre su origen,  pero en casi todas, el relato es siempre el mismo.


Esta leyenda comienza muchos años antes de la cristalización del reino de Galia, situado en el Valle de las Estrellas Caídas. Este reino se caracterizaba por un mágico y misterioso color púrpura en los ojos de cada habitante nacido allí, debido a una profunda conexión que tenía con su gente la diosa Gala. En la historia del origen y fundación de ese reino, se dice que esta diosa, con el cabello negro como la noche y unos brillantes ojos violeta, se enamoró de uno de sus sacerdotes en un templo cerca del Valle. La diosa, de una gran mente imaginativa, decidió crear un hermoso templo que, a su vez, hiciese de capital para un reino próspero y feliz. Por eso, de la unión de esa diosa con aquel mortal, nacieron las gentes de Galia, y el reino fue fundado en honor a su madre. A su vez, el castillo era también el templo donde se la rendía culto, y albergaba algo más que un simple trono. La diosa Gala, encantada con la ciudad que ella misma había creado, a su marcha al mundo de los dioses decidió dejar a cargo de sus hijos un poderoso y mágico objeto: el Portal. Dicho objeto era un extraño haz de luz purpúrea, con a veces pequeños rayos en su interior, rodeado por aspas que constantemente estaban en movimiento. El Portal protegía las fronteras entre todos los mundos, y jamás debería ser usado, o el caos reinaría en el mundo de Soramar y en todos los demás. El reino de Galia debería protegerlo en todo momento, ya que solo ellos tendrían el poder necesario para ello.

Durante años, el reino de Galia no padeció guerras ni desgracias de ningún tipo, y disfrutó al máximo de unos tiempos felices. El último día antes del desastre,  se había anunciado el nacimiento de la princesa heredera, por la que todos celebraron una fiesta en su honor.  Pero el destino del reino ya estaba dado: colándose sin ser percibido por la guardia, unos ojos envidiosos y de un salvaje tono dorado codiciaban el poder del Portal. Así que nadie pudo percibir esa sombra, bajo el cuerpo de una simple criada, entrar en la habitación donde permanecía el Portal, y…

El castillo entero tembló.

La brecha entre todos los mundos fue rota, dijeron desde entonces. La línea delgada que protegía todos los límites conocidos tembló y se rompió.
Los ciudadanos, asustados, intentaron reparar el Portal, pero ya era demasiado tarde. Mientras tanto, desde un mundo de una profunda oscuridad donde no crecía nada, una sombra helada se escapó, y se cernió sobre el reino de Galia con su manto invernal. Muchas historias coinciden en que era un Demonio del Hielo, tan grande e imponente como una tormenta de nieve y terror, que asoló el reino con el caos.
 Los sacerdotes no sabían qué solución dar al problema que los estaba llevando a su destrucción, y entonces, fue la propia reina quien dio el paso.

Asustada por el destino que le deparaba a su pequeña hija, se cuenta que tuvo una visión en la que la diosa Gala en persona le señalaba el Portal con gesto de apremio. Cuentan también que un beso en la frente y una promesa que nadie pudo oír fue todo lo que la reina le dio a la princesa antes de tocar el Portal.

En aquel instante, la princesa desapareció de los brazos de su madre entre las líneas atemporales de todos los mundos conocidos y por conocer, y el reino entero se convirtió en cristal. Habitantes, casas, el propio castillo…

Todo se había cristalizado.

Los bárbaros del Norte alegan que fue el poder del demonio helado lo que lo provocó, sin embargo, la raza Tassa del este afirma que fue el hecho de que la princesa abandonara el mundo de Soramar.

Sea como fuere, la Profeta de los Cuervos dictaminó un mensaje: que solo aquel que tocara último el Portal, sería el único en poder restaurar el equilibrio del mundo…
Pero todos coinciden en que, desde aquel día, las lágrimas de la diosa Gala caen como estrellas fugaces sobre el Valle...



¡Próximamente: Capítulo 1, Un castillo de cristal!

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